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Lo que los libertarios no te dicen de Ayn Rand

Lo que los libertarios no te dicen de Ayn Rand

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Por Alberto Mansueti, Fundador del Centro de Liberalismo Clásico

Ayn Rand es una de las principales referentes de los “libertarios”. Pero en sus días, años ‘60 y ‘70, la extraordinaria filósofa ruso-americana, madre del “objetivismo”, fue una feroz crítica e implacable opositora, tanto del movimiento “libertario”, como del propio Partido Libertario, al cual tenazmente se rehusó a pertenecer o adherir.

Repetidas veces le preguntaron “¿por qué?”, siendo los “libertarios” fervientes promotores del capitalismo “laissez-faire” y anti-Estado, y no pocos ateos, tal como ella misma se proclamaba.

Sus respuestas fueron claramente argumentadas, y expuestas en lenguaje conciso, contundente y franco, si bien fuerte y muy despreciativo, aunque sazonado con chispa y picardía.

Es aleccionador y divertido traducir algunas, en sus propias y mordaces palabras, tal como se publican en What was Ayn Rand’s view of the libertarian movement?, en la Website “aynrandlexicon.com”. Allí están, con sus respectivas citas.

Las preguntas son muy directas; y también sus respuestas.

Biblia

Impacta su respuesta a la última pregunta de las que traduzco seguidamente, porque su opinión coincide con la del Apóstol Pablo en el Nuevo Testamento.

Qué pena que Ayn Rand no leyó la Biblia, ni pudo distinguir el auténtico Cristianismo bíblico e histórico del “misticismo” que justamente repudió, ni supo de formas políticas medievales.

Porque la “Quebrada de John Galt”, si bien platonista en su población, en su normativa es muy parecida a UN FEUDO de la Edad Media.

Ahora, AYN RAND:

PREGUNTA: ¿Qué opina Ud. del movimiento libertario?

RESPUESTA: Hoy día, todo tipo de gentes se llaman a sí mismos “libertarios”, y en especial lo que se autodenomina “Nueva Derecha”.

Son unos “hippies”, pero que son anarquistas en lugar de colectivistas de izquierda.

¡Empero los anarquistas son colectivistas!

Capitalismo

El capitalismo es el único sistema que requiere una ley objetiva, absoluta; sin embargo, los libertarios combinan capitalismo y anarquismo.

Eso es peor que todo lo que la Nueva Izquierda ha propuesto hasta ahora.

Es una burla a la filosofía y la ideología.

Lanzan consignas al aire, tratando de montarse a la vez en dos carros.

Quieren ser hippies, pero no quieren predicar el colectivismo, porque ese empleo ya está ocupado.

Pero sucede que el anarquismo es una consecuencia lógica del lado anti-intelectual del colectivismo.

Podría yo tratar hasta con algún marxista, con mayores posibilidades de llegar a algún tipo de comprensión, y con mucho mayor respeto de su parte.

Los anarquistas son la escoria del mundo ideológico de la izquierda, que por esa razón los ha abandonado.

Y ahora, en el carro de la “derecha”, se viene a recoger otro desecho de la izquierda; eso es el movimiento libertario.

Partido Libertario

P: ¿Y el Partido Libertario?

R: Prefiero votar por Bob Hope, los Hermanos Marx o Jerry Lewis, aunque no son tan divertidos como John Hospers.

(N. del T.: en 1972, John Hospers, fundador del Partido Libertario, era su candidato a Presidente, cuando Nixon era el republicano, y McGovern el demócrata, quien perdió.)

Si Hospers le quita diez votos a Nixon, lo cual dudo, sería un crimen moral.

A mí no me importa mucho Nixon, y John Hospers me importa menos; pero ahora no es momento de dedicarse a la búsqueda de publicidad, como lo hacen todos estos partidos políticos.

George Wallace no es un gran pensador, es un demagogo, aunque con algo de bravura; pero incluso él tuvo el buen tino de no postularse esta vez.

Si quiere difundir sus ideas, hágalo en la educación; pero no postule para Presidente, ni para otro cargo público, si con ello va a ayudar a McGovern.

P: ¿Cuál es su posición sobre el Partido Libertario? (N. del T.: después del “Caso Watergate”)

R.: No quiero perder mucho tiempo con esa gente.

Es un intento barato de lograr publicidad, que no van a obtener.

Los hechos, particularmente el caso Watergate, deben enseñar a cualquier persona con nociones políticas de aficionados, a no precipitarse en la política para obtener publicidad.

Los problemas son tan serios hoy, que intentos de formar un nuevo partido, sobre algo “pre-cocido” y algo prestado, no diré de quién, son irresponsables, y en el contexto actual, casi inmorales.

P: Pero los libertarios abogan por tu misma línea de política, entonces, ¿por qué te opones?

R.: No son defensores del capitalismo.

Son un grupo de buscadores de publicidad que se lanzan a la política prematuramente, porque dicen querer educar a las personas a través de una campaña política, lo cual no se puede.

Además, sus líderes son gentes de todas las líneas: de conservadores religiosos hasta anarquistas.

La mayoría son mis enemigos, pero pasan tiempo plagiando mis ideas.

Y comenzar robando ideas es una mala señal para un partido supuestamente pro capitalista.

P.: ¿Y qué piensa del candidato presidencial libertario Roger MacBride? (N. del T.: en las elecciones de 1976, cuando el demócrata Jimmy Carter corrió contra el republicano Gerald Ford y le ganó.)

R.: Mi respuesta debe ser “No pienso en él”.

No hay nada que escuchar.

Filosófico

El problema en el mundo de hoy es filosófico; y sólo la filosofía correcta puede salvarnos.

Este partido “libertario” plagia algunas de mis ideas, pero las mezcla con muchas ideas contrarias, sea religiosas, o sea anarquistas.

Muchos inadaptados intelectuales, recogen también cualquier escoria que puedan encontrar, se llaman a sí mismos “libertarios”, y se postulan para un cargo.

No me gusta Carter, ni Reagan, y no me entusiasman los otros postulantes de sus respectivos partidos.

Pero hasta los peores de ellos, son gigantes, comparados a cualquiera que intente algo tan poco filosófico, bajo y pragmático como el Partido “Libertario”.

Es el último insulto a las ideas y a la coherencia filosófica.

P.: ¿Pero los libertarios no son comunicadores efectivos de las ideas de libertad y capitalismo?

R.: No creo que los plagiarios sean comunicadores efectivos.

No he leído nada de los libertarios, salvo en sus primeros años.

Pero sólo hallé mis ideas mal manejadas; como que me sacaron algunos dientes, pero sin darme crédito, por lo cual no supe si sentir alegría o disgusto.

Y sentí de las dos cosas.

El “libertario” quizá es el peor grupo político hoy, porque puede hacer mayor daño al capitalismo, al traerle mala reputación; más o menos como Jane Fonda.

P.: ¿Por qué no les apruebas, si son lectores leales de tus obras literarias?

R.: Porque los libertarios son un grupo de gentes monstruosas y repugnantes: plagian mis ideas en cuanto sirven a sus propósitos, y en cuanto no, me denuncian más cruelmente que cualquier publicación comunista.

Son más bajos que los pragmáticos; lo que les enfrenta al Objetivismo es su ética, porque quieren un programa político amoral.

P.: ¿Pero acaso no dan pasos intermedios hacia tus mismas metas últimas?

Por favor, no me digas que están persiguiendo mis metas.

No he pedido, ni acepto, el soporte de manivelas intelectuales.

Quiero personas con educación filosófica: los que entienden las ideas, se preocupan por las ideas, y difunden las ideas correctas.

Así es como se difundirá mi filosofía, tal como se ha hecho siempre en la filosofía a lo largo, de la historia: con personas que entienden las ideas, y las enseñan a otros.

Además, debe quedar claro que rechazo el sucio lema “El fin justifica los medios”, originado por los jesuitas, y aceptado entusiastamente por comunistas y nazis.

El fin no justifica los medios; para nada, no se puede lograr algo bueno con medios malos.

Objetivismo

Los libertarios no son medios dignos para ningún fin, y mucho menos el fin de difundir el Objetivismo.

P.: Robert Nozick, profesor de filosofía en Harvard, conocido libertario, escribió el libro “Anarquía, Estado y Utopía”. ¿Qué piensa?

R.: No me gusta, no me gustan los “eclécticos”, no en arquitectura, y ciertamente no en política ni en filosofía, particularmente cuando soy yo una de las piezas masacradas en aras de sus mezcolanzas.

P.: ¿Y esos “gobiernos en competencia” que defienden los anarco-libertarios?

R.: Una bobería irresponsable; única respuesta que merece esta pregunta.

P.: El famoso “discurso de John Galt”, en tu novela “La Rebelión de Atlas”, enunciado en “La Quebrada de John Galt”, aboga por un gobierno ausente. ¿Es eso diferente de la anarquía, a la que te opones?

R.: La Quebrada de John Galt no es una sociedad; es una finca privada.

En mi novela, es propiedad privada de alguien que selecciona cuidadosamente a las personas antes de admitirlas.

Pero incluso allí, un juez competente es establecido como árbitro, por si había problemas o conflictos.

Y no los hubo, porque todos compartían la misma filosofía.

Pero si hubiera una sociedad entera, en la que incluso todos compartieran una misma filosofía, y sin un Gobierno, sería aterrador.

En mi obra de ficción, la Quebrada de John Galt probablemente reunía unas mil personas más o menos, optimistamente, y eran los genios más importantes del mundo.

Ellos estaban de acuerdo con los fundamentos filosóficos, pero nunca estarían en absoluto acuerdo, unánimes en todos los puntos.

Y no necesitaban Gobierno, porque si tenían desacuerdos, podían resolverlos racionalmente.

Pero proyectar una sociedad completa, de millones de personas, con toda suerte de puntos de vista, todo tipo de cerebros, todo tipo de éticas y ningún gobierno, pues eso es la Edad Media, la sociedad sin Estado.

El hombre quedaría a merced de los bandidos, porque todos los recursos individuales con poder criminal se inclinarían al uso de la fuerza, y el individuo con inclinación moral estaría indefenso.

El Gobierno es una necesidad absoluta si se quieren proteger los derechos individuales, porque así no se deja la fuerza librada al capricho arbitrario de otros individuos.

El anarquismo libertario es sólo un puro misticismo caprichoso, que se niega a reconocer el requisito de objetividad entre las personas, particularmente de distintos puntos de vista.

Y es bueno que las personas dentro de una nación tengan opiniones diferentes, siempre que respetemos los derechos de los demás.

Pero nadie puede proteger los derechos, excepto un Gobierno bajo leyes objetivas.

¿Qué pasaría si George McGovern tuviera su pandilla de policías, y Richard Nixon tuviera la suya, y en lugar de hacer campaña electoral, lucharon con violencia unos contra otros, en las calles?

Esto ha sucedido a lo largo de la historia.

Los seres racionales no le temen al Gobierno: en una sociedad bien constituida, un ser humano racional no tiene que saber que hay Gobierno, porque las leyes son claras, y nunca las rompe.

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