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Lo que los libertarios no te dicen de Rothbard y Hoppe

Lo que los libertarios no te dicen de Rothbard y Hoppe

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Tabla de contenidos

Por Alberto Mansueti, Presidente Fundador del Centro de Liberalismo Clásico

Murray Rothbard y Hans-Hermann Hoppe son referentes principales de los “libertarios”. Sin embargo, en 1989 Rothbard se desafilió del Partido Libertario, y se retiró del movimiento, porque había sido copado por gentes estatistas y con pensamiento de izquierdas. Y Hans-Hermann Hoppe ha seguido denunciando el predominio del marxismo contra-cultural entre los “libertarios”.

Ambos autores lo explican ampliamente, en sendos sobresalientes textos, de 1994 el de Rothbard, y de 2018 el de Hoppe, que los “libertarios” parecen tener bien escondidos. Son algo extensos, así que voy a traducir y publicar las partes iniciales de cada uno de ellos. Son bien claras y contundentes.
Alberto Mansueti

Hans-Hermann Hoppe

ENDEREZANDO EL “LIBERTARIANISMO”
On Getting Libertarianism Right, Lew Rockwell.com, enero 18 de 2018

La teoría social que navega ahora bajo la etiqueta de “austro-libertaria”, tiene una larga y prominente historia, que se remonta en el tiempo a varios siglos atrás, sigue hasta la segunda mitad del siglo XX con la obra de Murray Rothbard, y continuada hoy por sus varios estudiantes y discípulos, incluyendo a mí mismo.

— La teoría austro-libertaria
Más allá de las contracciones de palabras, la tal teoría brinda una respuesta simple e irrefutable argumentativamente, para una de las preguntas más importantes en el entero campo de las ciencias sociales: ¿Cómo pueden concebiblemente los seres humanos, las “personas reales”, actuar en el mundo real, caracterizado por la escasez de toda suerte de cosas físicas, desde los albores de la humanidad hasta el fin de la historia humana, de modo pacífico, sin choques violentos, sin rivalidad o combate por el control de esas mismas cosas escasas?

La respuesta corta es esta: como no hay perfecta armonía de todos los intereses, los choques por los recursos escasos pueden evitarse, sí y sólo si son asigneados como privados, propiedad exclusiva, a los individuos o grupos especificados. Solamente así puedo yo actuar independientemente, de ti, con mis propias cosas, y tú, con las tuyas propias, sin que tú y yo estemos chocando constantemente.

¿Pero quién posee qué recurso escaso como de su propiedad privada, y quién no? Respuestas: cada persona posee su propio cuerpo físico, que solo él controla directamente, y nadie más. Los recursos escasos que pueden controlarse solo de manera indirecta, mediante el propio cuerpo, deben asignarse con el propio cuerpo, dado por la naturaleza, no asignado. Y esa propiedad se adquiere por y se asigna a quien se lo apropió primero, o lo adquirió por un intercambio voluntario, sin conflictos, de su dueño anterior. Solo el primer apropiador de un recurso, y los ulteriores conectados a él por una cadena de intercambios voluntarios, pueden adquirir y ganar control sobre el recurso, pacíficamente.

Al contrario, si el control exclusivo se asigna a cualquiera de los después o recién llegados, no se evita el conflicto, sino que esto será contrario al propósito de las reglas de apropiación, que por esa razón se hacen inevitables y permanentes.

En resumen, y formulado como un principio: no se debe agredir a otra persona ni a su propiedad adquirida con justicia, y se puede usar la violencia física sola y exclusivamente en defensa de la propia persona y propiedad, contra un agresor.

Preguntas que la teoría no responde

La importancia de esta visión “austro-libertaria” difícilmente se puede sobrevalorar, pero sin embargo es igualmente importante reconocer las preguntas a las que esta teoría no responde.

Cuando vemos el mundo real notamos claramente que no es un orden social libertario. Pero, (1) la teoría libertaria en sí misma no tiene una respuesta de por qué es así, excepto la conclusión de que las personas aparentemente no son inteligentes como para reconocer, abrazar y anhelar la verdad. (2) No hay tampoco respuesta de cómo concretar el último fin libertario, la sociedad sin Estado, sin un punto de partida no libertario. (3) Ni la teoría implica mucho, si es que algo, sobre cómo mantener un orden social libertario y hacerlo sostenible.

Para responder todas estas preguntas, la teoría pura es insuficiente, y debe completarse con un estudio empírico, pasando de la teoría pura a la historia humana, la psicología y la sociología.

Los falsos libertarios

Por desgracia, demasiados autoproclamados “libertarios” han descuidado o rechazado hacerlo. Y abrazaron ingenuamente la opinión reinante, “políticamente correcta”, de que todas las personas, y en particular todos los grupos de personas, son esencialmente iguales en lo que respecta a su mentalidad. y composición motivacional. Y que toda desigualdad observable es el resultado de un mero accidente y circunstancia, o de una injusticia pasada, y por ende como tal puede y debe ser compensada por unas ciertas medidas correctivas de “igualación”.

La aceptación de esta creencia en la igualdad empírica, y por tanto en la intercambiabilidad, la sustituibilidad y la capacidad de reemplazo de todas las personas y todos los grupos de personas, ha llevado a muchos ahora llamados “libertarios de izquierda”, a respaldar y promover la misma agenda perseguida hoy más o menos vigorosamente por las élites gobernantes en todo el mundo occidental (¿será que son todos secretamente libertarios?) Sus puntos principales de esta dicha Agenda son: multiculturalismo, inmigración “libre” o sea sin restricciones, “no discriminación”, “acción afirmativa”, y “apertura a la diversidad” y “estilos de vida alternativos”.

Por la curiosa alianza programática entre los libertarios de izquierda y las elites gobernantes, no del todo sorprende que pese a la escasez de talento intelectual sobresaliente en los primeros, los medios de comunicación de la “élite” (MSM), les han seguido con atención e informado sobre ellos. Todos sus documentos de posición o pronunciamientos ayudaron a crear la falsa impresión, en las mentes del público, de que el “libertarianismo de izquierdas” es igual al libertarismo.

Al mismo tiempo, para el mismo efecto e igualmente no sorprendente, los mismos MSM ignoraron el hecho contrario, o lo malinterpretaron deliberadamente y lo tergiversaron: el tal libertarianismo de izquierda, ya en su primera aparición pública, fue objeto de fuertes ataques, sobre todo por parte de Murray Rothbard, fundador y fuente del libertarismo moderno, como “libertarismo falso”.

Por sus suposiciones claramente falsas y poco realistas sobre la naturaleza humana, señaló Rothbard, los medios y medidas defendidos por estos “libertarios de izquierda”, para supuestamente alcanzar fines libertarios, también son falsos. Ello puede verse leyendo Murray Rothbard, “Big-Government Libertarians,” en L. Rockwell, ed., The Irrepressible Rothbard, Ludwig von Mises Institute, Auburn, Alabama, año 2000, p. 100-115.
(… continúa …)

Murray Rothbard

LIBERTARIOS DE GRAN GOBIERNO
Big Government Libertarians, 1994, reproducido en el libro Irrepressible Rothbard, 2012

Estamos familiarizado en los últimos años con el fenómeno de los “Conservadores Gran Gobierno” (estatistas), que han traicionado, y aparentemente olvidado, sus principios y su herencia libertaria, en su búsqueda de poder y respeto, de respetabilidad y acceso a los pasillos del poder, los cuales se han movido dentro del “Beltway” (zona del Gobierno central en Washington), en cuerpo y en espíritu.

Pero no todos estamos familiarizados con un desarrollo paralelo, aliado y mucho más oximorónico: el crecimiento acelerado y toma de control en los últimos años por los “Libertarios Gran Gobierno”, que ahora dominan casi exclusivamente el movimiento libertario. Lo extraño de este tal “libertarismo” de hoy, obviamente, es que viola claramente la naturaleza y el punto central del libertarismo: devoción al ideal de no gobierno, o de gobierno minúsculo y estrictamente limitado a la defensa de la persona y la propiedad privada, que el filósofo ex libertario Robert Nozick llamó “ultra-mínimo”, y el gran escritor paleolibertario H. L. Mencken llamó “gobierno que apenas se salva de no ser gobierno en absoluto”.

¿Qué tan amplio fue este desarrollo?

Este “libertarianismo” ahora impregna y domina lo que, en analogía con los conservadores, puede llamarse el “Movimiento Libertario Oficial”. A partir de una tendencia, o de lo que los marxistas llaman un “grupúsculo”, hace dos décadas, el libertarismo ha desarrollado su Movimiento Oficial.

Nunca, gracias al Señor, ha logrado algo parecido al poder político. Por fortuna no hay contrapartida libertaria de la conservadora “National Review” para gobernar el movimiento y purgarlo de herejes; pero hay toda una red de instituciones y publicaciones que constituyen un movimiento oficial.

Institución cardinal por más de 20 años ha sido el “Partido Libertario”, que comenzó temprano, de modo extraño y de muchas formas, a no reflejar el movimiento entero en su conjunto, sino sólo una parte. Hasta hace poco, los militantes del Partido se enorgullecían de la pureza y consistencia de su devoción al principio libertario. El movimiento, sin embargo, siempre ha sido mucho más amplio que el Partido: es una red suelta de grupos de expertos libertarios y pro libre mercado, que incluye ciertos grupos de presión a nivel nacional, gravitando en la capital, y otros grupos de expertos estatales o regionales, que permanecen en el cuerpo, pero no en el espíritu libertario.

Hay organizaciones legales que supuestamente abogan causas en nombre de la libertad y contra la tiranía del gobierno. El movimiento también incluye dos revistas mensuales (y otras que se quedaron en el camino): una relativamente rica pero extremadamente aburrida, “Reason”, con sede en Santa Mónica, California; y la otra es “Liberty”, un “fanzine” amateur en el estado de Washington.

Y hay redes de instituciones que con gran cantidad de “dinero duro” y boletines de inversión, que no pueden considerarse estrictamente como organizaciones del movimiento, sino que apenas simpatizan con la causa. El movimiento es incluso grande como para incluir una incomprensible revista académica “post-libertaria”, tratando de mezclar libertarianismo con “deconstruccionismo” y marxismo, y un periódico editado obstinadamente por un estudiante crónico tipo Chejov, excepto que es menos temible y está mejor financiado que el personaje bastante amable de Chejov.

Lo fascinante es que casi todas estas instituciones de movimiento, desde los think-tanks hasta las revistas y el mismo Partido Libertario, alguna vez “purista”, se han movido en los últimos años a una velocidad notable, abandonando toda parte de sus principios originales: la devoción por minimizar el Gobierno o la defensa de los derechos de propiedad privada.

¿Cómo pudo suceder?

En parte, obvio, esto no necesita mayor explicación: como una pálida sombra de los “Conservadores Gran Gobierno”, anhelan respetabilidad, aceptación social en recepciones y cócteles en Beltway, y no por casualidad, el poder, los empleos cómodos y el apoyo financiero. Pero hay mucho más. En el fondo está lo que muchos tuvimos que aprender dolorosamente a lo largo de los años: que no puede haber separación genuina entre ideología política formal y puntos de vista o actitudes culturales.

Pero hay más. El libertarismo es lógicamente consistente con casi cualquier actitud hacia la cultura, la sociedad, la religión o la ética. En lógica estricta, la doctrina política libertaria puede ser separada de las demás consideraciones. Se puede ser, y de hecho la mayoría de los libertarios lo son, hedonistas, libertinos, inmoralistas, enemigos militantes de la religión en general y el cristianismo en particular; pero siguen siendo partidarios constantes de la política libertaria. Se puede ser devoto consistente de los derechos de propiedad, y en la práctica un sinvergüenza, estafador y delincuente, como son muchos libertarios. Se puede; pero psicológica y sociológicamente, y en la práctica, no funciona.

El divorcio de la derecha conservadora

Justin Raimondo señaló, escribiendo sobre lo que andaba mal en el libertarianismo, apuntó que temprano en los años ’70, cometió un grave error al separarse deliberadamente de todo tipo de “derecha”, o de cualquier otra cultura o tradición en EE.UU. Siguiendo el espíritu de Ayn Rand, de la cual la mayoría fueron ardientes seguidores, se afirmaban auténticos individualistas revolucionarios, totalmente separados de la derecha, trayendo al mundo su nueva revelación política.

De hecho el movimiento libertario siempre ha ignorado casi intencionalmente cualquier historia, y también cualquier aspecto, por ejemplo, de los temas de política exterior. Los arcanos silogismos de la teoría libertaria, literatura de ciencia ficción, música rock, y las complejidades de la computación, han sido toda la suma y sustancia de su conocimiento e interés.

Parte de este separatismo enorme, del que hasta yo mismo no me di cuenta por completo en ese momento, provino de un intenso odio a la derecha, y la ansiedad libertaria de nunca estar conectado o etiquetado como movimiento conservador o de derecha. Y parte de ese odio proviene de un odio más amplio e incluso más intenso, hacia el cristianismo, parte del cual tomaron de Ayn Rand.

Para ser específico, un aspecto importante del reciente cambio hacia el estatismo y el Gran Gobierno consiste en un desbordamiento, una infección, de los puntos de vista políticos de los libertarios, por su igualitarismo profundo. Busca un igualitario, e inevitablemente encontrarás un estatista.

Inconsistencias y contradicciones

¿Pero cómo encaja este creciente y igualitarismo “equitativista” de los libertarios, con su supuesta creencia en el individualismo, y en dejar que cada quien crezca por su propio mérito, no obstaculizado por el gobierno? La solución de este problema es muy similar a otras versiones más comunes de la “corrección política”.

Estos libertarios están fervientemente comprometidos con la idea de que cada individuo podría no ser “igual a otro”, pero todos los grupos, contingentes étnicos, razas, géneros, o en ciertos casos especies concebibles, son de hecho y deben hacerse “iguales”; y que cada uno tiene “derechos”, no sujetos a restricciones por ninguna forma de “discriminación”. Y así es como, pese a su supuesta devoción a los derechos absolutos de propiedad privada, este libertarianismo ha abrazado casi todos los “derechos” falsos que la izquierda ha fabricado en las últimas décadas.

Poco antes de dejar yo el movimiento libertario y el Partido, hace cinco años, 1989, decisión de la que no me he arrepentido, y me alegro continuamente de haberla tomado, les dije a dos conocidos líderes del movimiento, que pensé que se había infectado, que el tal había sido penetrado por el igualitarismo. “¿Qué cosa?” me dijeron. “Imposible. No hay igualitaristas en el movimiento”.

Les dije que un buen indicio de esta infección era la nueva admiración por el Reverendo “Doctor” Martin Luther King. “Absurdo”, me decían. Bien, curiosamente, seis meses después, estos dos caballeros publicaron artículos que calificaron al “Dr.” King como un “gran libertario”. ¿“Libertario” este socialista, igualitarista, integrista coercitivo y vicioso opositor de la propiedad privada? Para empezar, estuvo durante mucho tiempo bajo el estrecho control del Partido Comunista. Llamarle “gran libertario”, es solo una señal clara de hasta qué punto ha decaído el movimiento.

De hecho, entre todo lo que se ha dicho en los últimos años sobre “pruebas de fuego”, pienso que la excelente prueba de fuego, que puede fijar una clara línea divisoria entre los conservadores genuinos y los neoconservadores, y asimismo entre los paleolibertarios y lo que podemos llamar “Libertarios de izquierda.” Y es el caso del “Doctor” King. Y de hecho, no debe sorprender que se haya producido una creciente unificación, casi una unión, de neoconservadores y libertarios de izquierda. De hecho, ahora hay muy poco para distinguirlos.
(… continúa …)

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